30 DE JULIO. DÍA 5

Ayer fue un día un poco insulso. La marcha no fue demasiado larga. Diecisiete kilómetros de nada hasta Buitrago del Lozoya, pueblo del que había oído hablar pero que no conocía.

Es precioso, hay que decirlo. Una bonita y espaciosa plaza del Ayuntamiento en la que al parecer costó cierto esfuerzo establecernos -la “asamblea” con el Alcalde se convirtió en meramente informativa… xD-, y un castillo estupendo que lamentablemente no tuve tiempo de ver por dentro. Y mira que me gustan los castillos.

Aparte de eso... En fin. Buitrago no ha sido el sitio donde mejor se nos ha tratado, la verdad. Hasta ahora, en cualquiera de las otras plazas en las que habíamos acampado había algún bar en el que amablemente se nos ofrecía un enchufe donde conectar nuestro ordenador, móviles, etc. Que yo me haya enterado, siempre a la primera. Ayer lo conseguimos a la cuarta, y con reticencias.

La Asamblea, de la que sólo vi el final porque esto de la comunicación es un curro y entre asambleas, feisbuks, tuiters, correos, y demás curros posmodernos el tiempo no llega para todo, la Asamblea Popular, decía, tampoco fue gran cosa. Aparte de nosotrxs sólo había tres o cuatro compañerxs más, y si he de ser honesto los pobres no parecían muy animados. Durante el poco tiempo que pude verlos, me pareció evidente que se sabían, allí, una minúscula minoría sospechosa.

Lo cual es algo que ocurre, creo, cuando la corrupción campa a sus anchas y todo el mundo recela de la limpieza.

Por lo que lxs compañerxs nos contaron, alcalde, concejales y demás carguillos del Ayuntamiento forman una especie de casta cerrada, hasta el punto de que hay ofertas y concursos para trabajos municipales que no se publican –que es lo que dice la ley que tiene que hacerse-. Y lo más fuerte es que cuando esto ocurre, lo cual no sucede siempre sino sólo de vez en cuando, es para evitar la posibilidad de que se presente al cargo algún “indeseable”, ciudadanos vetados por estos caciques y mayormente compañerxs nuestrxs.

Otra razón para la indignación de estxs vecinxs y compañerxs es la inoperancia efectiva de los servicios sociales de Buitrago, según nos dijeron mucho más entregados a lustrar los sofás de sus despachos que a las personas a las que se supone deberían ayudar.

Las críticas respecto a la privatización del agua, la sanidad y la educación son ya una constante de todos los pueblos por los que hemos pasado desde que salimos de Alcobendas.

En medio de tanta aridez, resultó maravillosa la llegada de una pareja encantadora que nos había perseguido a través de dos o tres pueblos para donarnos una burrada de material que traían en la furgoneta: dos latas de tabaco, cuatro tiendas de campaña, impermeables y tropocientas cosas más. Cómo se enrolla la gente con nosotrxs…

Tras la acampada y la cena, con el amigo Pedro a la batuta y francamente deliciosa –comemos poco, pero todo sabe a libertad y a aire puro-, me fui de a dar una vuelta por el pueblo con mi nuevo y gran colega Pepe, tipo sensato y afable que al igual que yo viene de Sol. Al regresar a la plaza, yo diría que bastante tarde –serían las doce de la noche-, me sorprendió encontrar algo que era casi una fiesta. Todo el mundo estaba despierto, la gente agrupada en corrillos y con ganas de marcha sólo unas horas antes de marchar, pero de verdad, veintinosecuántos kilómetros.

Pensando que si seguimos así nos vamos a reventar me fui a la cama, y con la misma reflexión me despido de mi diario.